Recién convertida, ¿Y ahora qué? (Demon Nsongan) +18

Había sido convertida hace poco; era una neófita y portaba mis ojos rojos donde sea que fuera. No solo tenía una fuerza imparable, sino que también poseía un hambre insaciable, y un instinto sexual atroz. Si bien mi aspecto como humana había sido irresistible, como vampira me veía mucho más exquisita aún. Aunque había tenido una vida bastante activa, no estaba acostumbrada a ello... me resultaba extraño, incluso para el extravagante estilo que ya llevaba. Un mundo nuevo se abrió frente a mí, el sabor de la sangre podía llegar a darme un placer similar a un orgasmo; además, la adrenalina de cazar humanos, hacía que me sintiera poderosa y única. En breve tiempo me había convertido en otra mujer.

Pero si había algo que no cambiaba, era disfrutar del lujo de pertenecer a la realeza; aunque esta vez había un gustito extra que lo volvía sutilmente diferente. Recientemente había descubierto que los Mortensen, pertenecientes a mi árbol familiar (casi todos primos lejanos), eran vampiros... por fin entendía su extraño comportamiento; por fin entendía la peculiaridad de su modo de actuar. Hasta la familia se veía con otros ojos, aunque el lujo, la riqueza y la vulgaridad siguieran existiendo.

Aquella misma tarde me propuse probar romper mi récord explotando mi velocidad el trasladarme; viajé de pueblo en pueblo como si nada, además no me cansaba, por lo que me era muy fácil no parar. Llegué a la puerta del castillo y fui sorprendida por la presencia de un guardia de piel morena, y gran contextura física; debo admitir que al principio me sentí intimidada por su tamaño, lo que me llevó a preguntarme si sería proporcionado en todo su cuerpo. Suspiré un poco impaciente por entrar; honestamente si me lo había cruzado antes, no me había fijado, pero por algo en esta oportunidad no había pasado de inadvertido. -Buenas tardes, vengo a visitar a Khatrina Mortensen-, le anuncié con mi usual tono de voz seductor, mientras era consciente que mis curvas, a través del vestido borgoña que llevaba puesto, podían ser la tentación de cualquiera.

Mi don hizo presencia; la verdad es que ultimamente hacia presencia en los momentos menos adecuandos. Una joven corria campo a traves en direccion a la mansion.
Mi don se limitaba a presenciar las acciones que realizaba mi contricante antes de realizarlas, pero.siempre, o mas bien solo podia ver a quien estaba frente a mi, nunca a alguien que nunca habia visto, por lo menos hasta aquella vez.

Esquive el golpe de mi contricante, y tomando su brazo con mi mano, realize una llave llevandole contra el suelo y de paso partiendole el brazo, incluso los vampiros, por muy fuerres que pareciesen podian sentir dolor.
Señale con el dedo a mi segundo - acaba el entrenamiento- le dije ya sin mirarle mientras salia del aula de entrenamiento.

Me dirigi a la entrada de la mansion.
Perfecto, me dije a mi mismo, la joven aun no habia llegado. Mire a ambos guardias que custodiaban la entrada firmes.
Al contrario que los joven alumnos a los que formaba, aquellos vampiros eran de mayor edad, mas formados a todos los niveles.
Justo en ese momento la joven hizo actode presencia al linde de lbosque, a penas a unos metros de la entrada en la que nos encontrabamos. Ambos guardias reaccionaron, pero con un simple movimiento de mi mano pararon en seco.

- Yo me encargo- dije con voz firme. Ambos guardianes me miraron una sola vez y despues de una leve reverencia marcharon de alli.
Que los guardianes hubiesen reaccionado asi antes de irse, no era propio de guardianes expertos, salvo que la joven que ahora se acercaba a mi era una neofita.

Con un rapido vistazo quedo claro, que era sumamente sexy y su voz era realmente atrayente.
- Asi que viene a ver a la señorita Mortensen- dije mirando directamente haciasus ojos
- Y quien sino es indescreccion pregunta por ella? pregunte, pero con voz firme, la cual indicaba mas una necesidad que una mera cuestion de curiosidad.

El guardia me miró con sus ojos penetrantes, y ni siquiera parpadeé, si bien era vampira y no necesitaba parpadear, no había sido mi condición sino su presencia la que lo había provocado. Me preguntó, con otras palabras, quién era yo. Contuve un bufido y respondí con educación: -Soy Elizabeth Bathory, una prima lejana-, dije con voz firme y una sutil nota sexual en cada palabra que modulaba... si hay algo que me resulta muy fácil respecto a lo que soy, es ser irresistible.

Recorrí su cuerpo con mi mirada y me detuve en su mirar; -¿Usted es?-, pregunté con curiosidad. Había algo en él que me intrigaba, que me provocaba e incluso inesperadamente me seducía. Sus músculos, su piel, su voz... me llamaban. -Disculpe, pero no quisiera ser objeto de atención... ¿Podría ingresar por favor?-, le pregunté respirando con suavidad, realizando este acto biológico solamente por el simple hecho de saber que mi pecho lucía tentador al subir y bajar con cada inhalación y con cada exhalación que daba.

Si estaba segura de algo, era que mi prima Khatrina ya había probado ese caramelito; después de todo la conocía demasiado bien y ella era tan sexual y provocadora como yo. Esperaba no meterme en problemas, pero no me quería quedar con las ganas, y no me iba a quedar con las ganas.

Ella dijo ser, una prima lejana de la princesa Khatrina. Y si mentía?, no, era poco razonable hacerlo, y más teniendo en cuenta que aquella mansión era una de los lugares mejor protegidos del mundo.

Con cada palabra suya, había algo extraño, sumamente sexual, exquisito y deseoso, y no sólo sus palabras, sino también sus gestos, su mirada su simple aroma.
Mi don comenzó a funcionar, pero de forma extraña, la joven se comportaba de tal forma, quizás alguna manipulación del sentido o quizá de la atracción sexual, la verdad es que no lograba atinar bien su don, pero sabía que sería algo parecido.

La mire fijamente a los ojos, quizás de forma amenazante, bueno no más bien de forma penetrante, como si de un cazador se tratase; el cual no se dejará dominar por su presa.

- Mi nombre es Demon, por ahora no necesita saber más- la dije.
Eche un último vistazo y finalmente la deje pasar al interior de la mansión.
- La princesa en este momento esta reunida- dije comenzando andar, esperando que ella me siguiese.
Finalmente llegue a una de las habitaciones y abrí la puerta.
-Puede esperar aquí si quiere, la habitación tiene cuálquiere cosa necesaria, en caso de necesitar algo más, dígaselo a cuál sirviente de la mansión-.

Podía presentir que mi propósito estaba surtiendo efecto. Me miró con una intensidad que hizo que un escalofrío me corriera por la médula; ¿Sería así de intenso en todo sentido?.

Me hizo saber que su nombre era "Demon" de una manera un poco cortante; después de echar un último vistazo me hizo pasar. Caminé como si de mi casa se tratara (y un poco así era); debo admitir que el gusto recargado de mi prima, no tenía nada que ver con el mío. Caminaba de una manera firme y como si estuviera apurado, ¿De qué tipo de tareas se encargaría?, porque de ser Entrenador Personal, a mí podía entrenarme todo lo que quisiese, y si era en horizontal, mucho mejor.

Por lo visto Khatrina estaba en reunión, nunca le faltaban esas reuniones que le daban un aire aparente de oficio y esfuerzo. El moreno caminaba enfrente mío pretendiendo que lo siguiera, como si de una visita más se tratara. -No soy una desconocida, conozco perfectamente esta Mansión- anuncié con una dicción perfecta que me hacía pronunciar todos los sonidos con exquisita rigurosidad.

Llegamos a una de las tantas habitaciones... de todas las que había en aquel lugar, esa era la más común, sin contar las habitaciones de los sirvientes, claro. Aún así no me disgustaba, su decoración era discreta y sabía que nadie interrumpiría para molestar. Lo miré directamente y decidí jugar con mayor intensidad; y es que a veces me aburría ser sutil. -¿Me va a dejar sola? Si he de ser honesta, su presencia no me disgustaría en absoluto-, le confesé hablándole como si de un inferior más se tratara, pero con un dejo de interés que no a cualquiera ofrecía.

Mientras caminábamos me llamo la atención su exquisito control, a pesar de ser una neófita, se movía y hablaba con maestría, rasgos de la realeza, si pero aún así una neófita. Pero para mi asombro, nada, ni un sólo movimiento brusco o fuera de lugar. Parecía tener el control de la situación. Por ahora había pensado en un par de ocasiones, que parecía tener incluso más control que yo, de todo aquello que nos rodeaba.

- Bueno saberlo- contesté, ante su comentario acerca del conocimiento de la mansión.
-Así me ahorraré la clásica presentación de las cualidades de aquel magnífico lugar, o bueno me las ahorraría si mi labor fuese hacer de guia de jóvenes neófitas- dije lo último mirándola de reojo. joder si, la verdad es que la joven era increíblemente sexy.

Finalmente llegamos a la habitación, pero cuando comenzó a marcharme por el pasillo, escuche su petición, llena de que?, de descaro, coquetería, seducción? La verdad es que quizás un poco de todo, pero en su voz, en sus palabras, la idea de quedarse parecía sumamente atrayente.

Asenti levemente, mire hacia uno de los sirvientes.
-Cuando la princesa salga de su reunión hacérmelo saber, hasta entonces, que nadie me moleste- el sirviente asintió con una leve reverencia.

Después mire a la joven neófita a los ojos durante unos instantes y finalmente pase a su habitación, cerrando la puerta tras de mi.

Mi don era el encanto, podía seducir prácticamente a cualquiera; si bien se me daba bastante bien, aún era una neófita con experiencia en formación. Sin embargo dominaba muy bien la atracción, y eso me era una clara ventaja por sobre la torpeza que le hecho de ser neófita me podía ofrecer. Tener mis sentidos ampliados a un nivel sorprendente me tentaba a probar todo tipo de experiencias; tener sexo en el castillo de mi prima con un vampiro de su guardia, no estaba mal. Era eso lo que me proponía; quería enloquecerlo con mi encanto, y que en ese acto liberara todo de sí para hacerme alcanzar un orgasmo que hasta en ese momento no había experimentado. Además aquel irresistible moreno parecía ser un candidato ideal para concretar una de mis interminables fantasías.

Desplegaba mi don con Demon con el mayor de los artes; y por lo que veía, lo estaba logrando. Cada movimiento voluntario que yo realizaba, poseía es sí mismo una intensa carga sexual. Recorría una y otra vez su cuerpo con mi mirada mientras lo oía; se veía exquisito y olía mucho mejor, yo no era la única que gustaba de seducir, por lo que veía... su ropa marcaba sus atributos a la perfección. Ahora deseaba verlo sin ella.

Para mi grata sorpresa, aceptó mi habitación y pidió no ser interrumpido; mordí mi labio oyéndolo mientras deseaba rasguñar a lo largo de su espalda. En cuanto se dio vuelta y caminó hacia mí, lo miré directo a los ojos; no temía exponer mis estrategias. Así que me recosté en el sofá permitiendo que la abertura de mi vestido revelara casi la totalidad de mi escultural pierna. -Y dígame, ¿Qué hace para pasar su tiempo?-, pregunté mientras mis delgados dedos divagaban por mi abdomen plano. Quería que me deseara, y cuando no diera más, me reclamara y me poseyera. -Debo confesar que despierta en mí cierta intriga, entre otras cosas...-, confesé con un evidente dejo de picardía. Mi mente ardía, mi cuerpo lo exigía.

Como combatir contra un don, cuya principal función es la dominación. Si antes tenía dudas, estas se habían despejado al momento. Su don era la seducción. Un don bastante útil, pues la mayoría de las veces vendería las batallas sin nisiquiera comenzarlas.
Observe como la joven neófita se ponía cómoda sobre el sofá, dejando de paso que su vestido se abriese a la altura de una de sus piernas. Una pierna muy bonita la verdad. Casualidad? Lo dudo.

Durante más tiempo del que podía recordar había sido el amante de la princesa. Su amante en las sombras, pues nadie podía saberlo, pues la joven esta destinada a casarse con alguien de alguna casa real, un príncipe, o incluso un rey. Jamás había deseado a nadie más. Khatrina era fogosa rebelde y que estuviese prohibido lo hacía más tentador, pero en aquel momento no podía sacar de mi cabeza la neófita que tenía ante mi. Sentía la necesidad de hacerla mía ahí y ahora.

Escuche su pregunta. No contesté, simplemente ma acerque y me senté a su lado.
- Cazar, buscar presas fuertes, duras, hábiles y Cazarlas. Mi principal misión es la protección de la princesa, pero ... - La mire a los ojos.
- Siempre que tengo un rato libre, me gusta poner a pruebas mis habilidade- dije lo último con voz pícara, pero a la vez fuerte y adulta.

-Y a usted, que le gusta hacer a usted? Pregunté, aunque sin apartar mi mirada fija de la suya.

Me observaba, estaba pensando en mí y podía presentirlo; además frente a semejante tentación, no creo que pudiera pensar en algo más. De alguna forma sabía que estaba tan dispuesto a entregarse a mí, como yo a él.

Se acercó y se sentó a mi lado, la atracción era evidente; mi cuerpo pedía a gritos que me poseyera. Me informó que le gustaba cazar; y que además su deber era cuidar a mi tan nombrada prima. También me hizo saber que en sus ratos libres le gustaba poner a prueba sus habilidades... Ese dato me dejó pensando: ¿Habilidades?, ¿Qué tipo de habilidades?. ¡joder!, no hacía más que interesarme en él a partir de la curiosidad que me generaba su persona.

Me preguntó qué me gustaba hacer, ¿Acaso le generaría tanta intriga como él a mí?, probablemente sí; después de todo: ¿Quién no se fijaría en mí?. No sabía qué decirle, si ser brutalmente honesta (como solía ser), o si jugar un poco más... Me decidí por ser directa sin dejar de divertirme un poco.

Me senté quedando a su lado; era completamente consciente que ahora le estaba proporcionando una privilegiada vista de mis pechos, pues él era mucho más alto que yo, y si miraba hacia abajo tendría acceso a recorridos visuales de mi cuerpo que era mi voluntad mostrar. Recorrí un tramo de su columna rasguñando levemente con mi dedo índice, y observé su reacción; había determinado volverlo víctima de mis estímulos.

Corrí todo mi cabello hacia un lado, dejando expuesto gran parte de mi cuello. Lo estaba provocando a más no poder. Observé sus grandes y poderosas manos; instantaneamente me surgió el deseo de ser tomada con fuerza, levantada, presionada... no podía lastimarme; por lo que una práctica sexual entre vampiros, podía ir mucho más allá de una relación vulgar como la practican los ordinarios humanos. Posé mis ojos sobre los suyos, y acariciando su fuerte y musculoso pecho, me decidí por responder su interrogante: -Me gusta disfrutar de lo que provoco... Soy una gran provocadora, Demon; yo soy la provocación hecha mujer, y no cualquier mujer-, le contesté irguiendo mi espalda en un gesto seductoramente poderoso que, de alguna forma, decía: aquí estoy yo.

Si, la verdad es que si. Cuando en una mujer tan sumamente bella y sexy como lo era aquella joven neófita, se juntaban las partes correspondientes de locura, sexo y lujuria, se creaba un cóctel que nada tenía que envidiar en expansión a la bomba atómica.

Mis ojos, aunque de forma involuntaria miraron hacia abajo. Bueno para que engañarnos no fue tan involuntario, pero necesario después de todo, bueno necesario dada la situación, no?

Note su dedo rasgar eroticamente mi espalda, mi cuerpo tembló ligeramente, pero no permití que aquel gesto se mostrase. Era obvio que ella estava consiguiendo lo que quería, y la verdad es que podría conseguirlo ante cualquier hombre, o incluso mujer sin tener que utilizar su don.

Sus palabras la verdad es que me sorprendieron, quizás no por lo que significaban, sino por el mero echo de decirlas así, aquello me demostraba, que mo sólo utilizaba la seducción de forma discreta sino que también podía utilizarla siendo directa y honesta.

Mi don me mostró su siguiente movimiento, estaba seguro que aquello me dejería sin ddefensas.Mi cuerpo se movió de forma involuntario poniéndose frente a ella, yo era un tío bastante grande, fuerte y musculoso, otras de las ventajas de las que presumía en una batalla.

- Si tantas ganas tienes que te decide, sólo tenías que haberlo dicho- la dije serio pero a la vez sensual.
Mis labios fueron hacia su cuello que previamente la joven me había expuesto, dios hasta su aroma era sumamente atrayente y agarrando mis manos con las suyas y presionando su espalda contra el.sofá, mordi

Me mordió el cuello mientras sus manos agarraban las mías y podía sentir su peso contra mi cuerpo. Cerré mis ojos y arqueé mi espalda para poder pegar mi pecho al suyo. De mis labios entreabiertos se escapó un gemido involuntario, y acto seguido cerré mis ojos al compás de un suspiro. Quería tocar su cuerpo, pero no podía... me sentía presa de su sensualidad. Sus colmillos se clavaron en mí y sentí como si dos estacas me penetraran al mismo tiempo. Demon era un hombre increíblemente fuerte; pero no de esos que a falta de cerebro, les sobra músculos... él sabía perfectamente lo que hacía, pero yo no sabía lo que él haría, y ahí se ubicaba mi problema.

Su reacción me había dejado pasmada, sorprendida, y a la vez deseosa espera de ir a por mucho más. ¿Quién se iba a imaginar que de visita al castillo de mi prima, me iba a terminar liando con su sexy guardaespaldas? Definitivamente lo menos previsto era lo que más me atraía.