FLASHBACK: *Luna de miel? pues fíjate que esta noche me duele la cabeza!* (Kraven y khat)

La fiesta había pasado. Aún no podía creer que había accedido a aquel tonto trato. Pero Kraven había estado cortejandome e intentando demostrarme que aquello podría funcionar.. como si eso fuera posible. Pero en un arrebato tonto había accedido. Loa ancianos tenían razón, yo debía aceptarlo para que todo el clan lo hiera y se instaurara el pacto de paz y alianza entre ambas familias. En que beneficiaba a Kraven? que obtenía el control del Clan.. junto conmigo claro. En que me beneficiaba mi clan? Obtendría la protección necesaria para los próximos sucesos que ya antiguos vampiros con dones extraordinarios habían advertido que serían inminentes. En que me beneficiaba yo?... bueno.. en nada.. solo atarme a este hombre que prometía ponerme un candado al cuello y estrujar mi marchito corazón. Porque en eso se resumía todo mi miedo, en que me lastimara. Después de todo no era muy diferente a los humanos que de buena gana me almorzaba cada semana.

Luego del evento habíamos sido absorbidos por cada uno de los protocolos estrictos de los antiguos. habíamos sido torturados con declaraciones formales de ambos clanes, que ahora eran uno.. y aburridos por largas ceremonias con buenos augurios de cada uno de los cientos de invitados de alta Élite vampírica. Desde el "Sí quiero" no habíamos vuelto a dirigirnos la palabra, ni tocado. Volamos junto a casi una docena de guardias hacia un punto casi idílico donde se suponía nos estarían recibiendo en un castillo en nada menos que la pequeña Ibiza. El lugar de las fiestas y la alegría eterna... solo que yo cada vez estaba más tensa. No había mirado a los ojos a Kraven y me había comportado de forma extraña. Pero aunque tenía mil años.. aunque me había acostado y tenido sexo a lo largo de toda esa extensa vida.. hacer el amor con mi esposo era algo a lo que no estaba "aún" preparada.

El lugar tenía más lujo que la habitación de la reina victoria. Estaba rodeado por una muralla alta que tenía varios siglos en pie y en perfecto estado, además se hallaba en lo alto de una colina en el centro de Ibiza. Muy parecida al mundo interno de Volterra, solo que este lugar parecía sacado de los cuentos de hadas. Yo hubiera preferido Rucia, Ciberia, pero no teníamos contactos con esa parte del continente y los que habitaban allí eran demasiado hostiles y salvajes para nuestra seguridad. Suspiré en cuanto entramos ha la habitación principal.. como respeto hacia Kraven, Demon no había viajado, teniendo en cuenta nuestro pasado, pero si habían viajado una docena de los mejores guardias de Kraven que se dividieron cubriendo cada perímetro del castillo. Kraven había desaparecido en cuanto habíamos bajado de la limusina. Pero dudadaba que estuviera lejos. Cuatro guardias entraron a la habitación inspeccionando cada rincón, pero no los miré ni me importó. Caminé hacia la ventana y la abrí haciendo que la helada brisa de mar me acariciara el cuerpo. Una vez que me dejaron sola, respiré mentalmente y me desnudé metiéndome a la tina previamente preparada con finas sales aromáticas. De esa forma esperaba prepararme para mi primer día como esposa.

La relajación no había durado mucho. Percibí que él estaba en la habitación en el mismo instante en que traspasó la puerta. Y no solo por su olor, sino también por aquella electricidad que recorrió mi columna. No tuve que esperar mucho, abrí los ojos y lo observé mirándome. Sería muy difícil resistirme.. pero a quien quería engañar! probablemente caería ante mis propiuos intentos muy rápidamente.

Me paré sintiendo el agua y la espuma resbalar por mi cuerpo. Alargué una mano y tomé un gran toallon del más fino algodón egipcio y me envolví con él. Siendo tan elegante y grande sobre mi menudo cuerpo, me hacían ver como una niña, sino fuera porque se me ceñía al cuerpo húmedo y marcaba cada rincón sensualmente.

-Supongo que ya te has cansado de tus guardias y vienes a por un aperitivo no?.. esposo?.- Digo algo enfurruñada aunque me odiaba por ello pues no quería parecer que lo había estado esperando.

Alcé los hombros como con indiferencia aunque no iba a dejarlo salir de aquella habitación tan fácilmente. Me sequé un poco el cabello con una toalla mientras lo miraba de reojo, siempre parecía tan frío y distante que me volvía loca, porque me hacía sentir vulnerable e indecisa, cosas que jamás había sentido desde que me había convertido. Con el resto de las personas, en especial los machos, podía sostener una fachada de dominio y posición, podía influir en ellos con el don de manipulación y atracción característico de las reinas Mortensen. Pero en él no parecía funcionar o al menos él no lo demostraba, y eso me sacaba de quicio, el podía enfurecerme, hacerme sentir frustrada e impotente, lo cual todo ello me hacía al mismo tiempo sentir viva, y por eso quería mucho más que un matrimonio frío y de conveniencia con él.

Peiné mis cabellos con la mano y luego me acerqué a él con una intensidad casi felina y salvaje en la mirada. Me apoyé en su pecho haciendo que mis húmedos y tiesos pezones lo rozaran. Elevé el rostro como esperando que em besara pero sin moverme demasiado. -¿Y quien te dijo que quiero estar sola en mi noche de bodas.- Dije con la voz ronca casi suplicante y decidí demostrarle un poco de lo que sentía en aquel momento. Y rara vez demostraba mis sentimientos hacia nadie. -De echo no hay lugar ni persona con la que quiera estar más que contigo.. esta noche.- Susurré y ladee la cabeza hasta que mis labios casi.. casi tocaban los suyos.

Me estremecí por su fiereza pero era lo que quería, verlo así descontrolado por el fuego de la pasión que solo yo podía provocarlo y sin ningún juego, sin ningún don o manipulación sentía que con él podía ser totalmente normal y a la vez seducirle como lo haría una humana con su pareja. Él en cierta forma me devolvía mi humanidad y por eso me había resistido de forma tan enérgica al comienzo. Ahora poco a poco estaba acomodándome en esta nueva piel de mujer y de esposa, a pesar de que aún no estaba del todo bien adecuada al papel de líder que me exigía su clan. Sin dudas la mayoría de las ventajas las tenía yo y una de las peores desventajas que yo creía eran suyas, era que me consideraba una malísima opción de esposa. Seguramente en su clan tendrían mujeres mucho más "dispuestas" y aptas. Una sombra de tristeza cruzó mi rostro y me aparté lentamente de su boca. -Lo cierto es que tu presencia si me interesa.. más de lo que estoy dispuesta a admitir.- Dije en voz baja casi entre susurro y me aparté un poco de él para desatarme la bata y abrirla develando mi cuerpo de mármol blanco perfecto ante él.

Lo miré aún con tristeza pero totalmente decidida a que aquella noche fuera de lo mejor. La bata de seda se deslizó por mis hombros cayendo a mis pies y me relamí los labios. -No tengo más que este cascarón vacío que ves aquí para ofrecerte Kraven, se que es poco, pero te aseguro que puedo darte más placer del que hayas experimentado hasta ahora... quizás entre los dos esta noche podamos hacer revivir a la antigua Khatrina.. si es que es posible..- Dije con la voz ronca, no tenía muchas esperanzas..pero que él hubiera logrado que me abriera a expresarle un poquito de lo mucho que pasaba en mi interior era quizás el indicio de que ambos íbamos por el buen camino.