Dulce Bienvenida a Casa (Khat&Liz)

Una clara visión de lo que sucede en el mundo humano es ver lo que sucede en el mundo paralelo, nuestro mundo, después de todo ellos van y vienen, nosotros nos quedamos y nos adaptamos.

Días atrás había estado en dos paises muy diferentes, viajar de un lado a otro es una de las cosas que mejor se me dan, en especial si es por negocios, mi capacidad en manejar las inversiones se me ha dado de maravilla, el hecho de cambiar mi nombre pasando mis riquezas de generación en generación no es realmente algo que me guste, sin embargo, no me quejo, me mantiene ocupada la mente, me mantiene alejada de mi realidad.

El regreso a casa... ¿se puede llamar casa? ¿qué tan cómoda me puedo llegar a sentir en este lugar? Es casi medio día, no me gustaría ser un diamante brillando en la colima, pero solo somos nosotros, simplemente nosotros, ¿cuántos cambios habrá esta vez? Había olvidado llamar a Khatrina durante unos días, tal vez ni siquiera ella se habría percatado de eso.

La mansión está sola, un espacio tan grande y tan poco habitado, ¿dónde andará la pequeña Khat? la verdad me había desatendido mucho de ella, la desaparición de Lippa, la meurte de Viktor, me gustaría que todo fuera mentira.

Por fin la encuentro, recostada en un mueble de la sala, con los ojos cerrados cual estuviera durmiendo...

- Buenas tardes, Princesa.

Tipee los últimos edictos del Clan en mi diario personal, y tras organizar los próximos días para la llegada de los lycanes guardianes que esperaba con ansias, me dispuse a descansar un poco. Si lo se, los vampiros no duermen ni se cansan.. pero solo físicamente. Mi mente y tras siglos de excesiva experiencia terrenal tenían el mismo nivel de estrés que un citadino en plena jornada oficinista. Me recosté en un mueble de la sala solamente para relajar mi mente e intentar ocuparla menos en las cosas del Clan y más en mi. Quien diría que la vieja alocada Khat pudiera convertirse en esta especie de secretaria ejecutiva, al menos durante el tiempo en que Lizeth estuviera fuera. Cuyo pensamiento mantenía ocupado el 50 por ciento de mi cerebro. Pensar que ella prefería pasar mucho más tiempo fuera que en nuestro hogar me enfadaba mucho. Aunque tenía cierta comprensión ya que dolía ver la mansión sin Lippa, era como ver un hermoso cascarón vacío, pero era mi hogar y él único lugar en donde amaba estar en el mundo. Por mi parte solo me había bastado con clausurar la torre norte que antes ocupara Lippa, ya ni subía allí y había prohibido que se tocara nada de ese lugar.

Parecía que había estado a punto de alcanzar un poco de serenidad a mi cansada alma cuando el olor más maravilloso y delicioso inundó la habitación, y no solo eso sino parecía como si toda la Mansión Mortensen hacía unna grán inspiración de frescura y jovialidad. Sin duda Lizeth había vuelto. Escuché su voz de cascada musical que hacia cosquillear la médula espinal de solo escucharla; e intenté componer una postura de seriedad. Lo cual era dificil de pensar en mi anterior piel, pero normal en la que estaba interpretando actualmente. -Lizeth!.. desde cuando tan formal?.- Dije haciendo un mohin despreocupado mientras me levantaba e iba hacia ella. Extendí ambas manos para tocarla, siempre necesitaba tocarla para saber que estaba realmente allí. -No esperes verme destrozada, he aprendido a no esperar nada con respecto a ti y tus ausencias... además que ahora tengo un esposo que me mantiene ocupada.- Dije con tono hiriente y rencoroso. La verdad es que si me dolía que ella desapareciera o no me llamara, pero tampoco lo iba a andar diciendo a los cuatro vientos.

La miré de la misma manera en que una madre puede mirar a su retoño, ya cuando es crecido, cuando sabe uno que ellos tienen su propia vida y aun así desean que todo sea como antes... Desear que todo sea como antes es una de las grandes cosas que mantienen mi mente ocupada, llena de recuerdos, obligarme a pensar en otras cosas...

- Lamento haberme ido durante este tiempo... - trastabillé al decirlo, una disculpa algo penosa para ser una vampira con mayor experiencia en serlo que ella - debes estar enfadada conmigo, no te diré que no lo estes, tienes el derecho - dije casi en un hilo de voz.

La abracé, sentí que la niña mimada aún seguía en esta habitación y en cualquier momento saldría. Entiendo que ella pudiera estar enfadada, después de todo no estuv en su maravillosa boda, una en la cual no estaba del todo de acuerdo, pero Lippa lo insistió tanto que terminé accediendo, conocía a Khat, esto no la frenaría en lo más mínimo.

- ¿Qué tal van las cosas? - Pregunté ante sus pucheros, ella me miraba cómo si no fuese real que yo estuviera aquí... ¿Qué habría pasado en mi ausencia?

- He regresado para quedarme, no me volveré a ir, al menos que sea un negocio importante que no puedan hacer sin mí - Le aseguré, con la misma dulce voz que siempre he utilziado para mi pequeña hermana.